La oración
“La oración es un ejercicio de pasión; no de indiferencia” — R.C. Sproul.
Oración de hoy

Oración de la mañana
Buen día mi Señor y mi Dios, gracias porque me regalas el don maravilloso de la existencia, por una oportunidad nueva para ser feliz. Tú Me prometes vida en abundancia, mi Dios, me des me das a beber de manantiales de agua fresca y vivificadora, haces nuevas todas las cosas, Tú eres digno de recibir mi alabanza, todo el honor y la gloria, la majestad y el señorío porque es grande tu AMOR, inmenso tu poder, inagotable tu bondad, más allá de toda lógica tu historia que no tiene límites. Bendito seas, Señor, en este momento de oración en el que me regalas tu Paz, ayudas a serenar mis problemas y mis angustias en Ti, me consuelas y regocijas apretándome contra tu pecho. Amén, Amén y Amén.
DP. Héctor Joaquín Ayala Hurtado

¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo?
Señor, hoy quiero acercarme al evangelio con un corazón “ensanchado” porque eres Tú mismo el que me invitas a pedir no sólo vida, sino “vida eterna”. Yo pequeño, yo frágil, yo caduco, yo mortal, puedo atreverme a pedirte “vida eterna”. Si lo hago es porque Tú, Señor, me invitas a hacerlo. Gracias, Señor, por esta gran oferta que me haces: vivir para siempre, amar para siempre, gozar para siempre, ser feliz para siempre.
Palabra del Papa
“Estoy delante de la Puerta Santa y pido: «Señor, ¡ayúdame a abrir la puerta de mi corazón!». No tendría mucha eficacia el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no dejara pasar a Cristo que nos empuja a ir hacia los demás, para llevarlo a Él y su amor. Por lo tanto, igual que la Puerta santa permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo nos reserva, así también nuestra puerta, la del corazón, ha de estar siempre abierta para no excluir a ninguno. Ni siquiera al que o a la que me molesta: a ninguno”. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de diciembre de 2015).
Qué nos dice hoy a nosotros este texto que hemos meditado. (Guardo silencio).
Propósito. Tener una mirada de observación y caer en la cuenta de la estrechez de vida de tantas personas.
Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, Tú eres para nosotros como un “sol mañanero”. Nace y se va extendiendo más y más. Cada día me ofreces nuevas perspectivas, nuevos horizontes. Ayer me hablabas de plenitud de vida y hoy me hablas de “vida eterna”. No te satisface que vivamos bien sino que te preocupas de que nadie nos quite este bienestar, ni en esta vida ni en la otra. Gracias, Dios mío.
DP. Julio César Cabrera Ocaña

El que recibe a quien yo envié me recibe a mi
Santa Juana de Lestonnac, Viuda y Fundadora
Señor Jesús, me pongo en tus manos para que seas Tú quien me guíes en este momento de oración. Yo no sé orar, por eso te pido que me enseñes a hacerlo. Mira mi pobreza y debilidad y ven en mi auxilio. No soy digno de entrar en tu presencia, pero me acerco como un niño a los brazos de su padre. Me acerco con el deseo de encontrar lo que solamente Tú puedes darme, el amor y la felicidad profundos.
Gracias, Señor, por tu amor inquebrantable, porque sé que me has amado desde el primer momento de la creación.
Virgen María, te suplico que me guíes hasta el encuentro de la Verdad que protegiste y adoraste con tanto empeño, tu adorado Hijo.
Señor, ¿Qué quieres hoy de mí?