Diocesis de Engativa

La oración

“La oración es un ejercicio de pasión; no de indiferencia” — R.C. Sproul.

Oración de hoy lunes 31 de marzo del 2025

Oración de la mañana

Buen día mi Señor y mi Dios, acabo de abrir los ojos y vuelvo a ver todas las cosas bonitas que Tú has creado para mí y para todos los que habitamos este planeta. Gracias porque en todas esas creaciones tuyas me expresas AMOR. Pero, Tú sabes, Señor, que no todo es color de rosas, y que así como me levanto lleno de alegría y de posibilidades también me encuentro con las dificultades y los problemas y por eso en este momento quiero pedirte que me des la fuerza y, sobre todo, la humildad para reconocer cuáles son mis errores y generales espacios de comprensión para todos. Te suplico que me des el temple suficiente para no ceder a las tentaciones ni dejar que nada me haga actuar en contra de mis convicciones. Amén, Amén y Amén.

DP. Héctor Joaquín Ayala Hurtado

"…estaba perdido y lo hemos encontrado…"

Nouwen comenta el famoso cuadro de Rembrandt de esta manera: «El gesto tranquilo de las manos del Padre sobre la espalda del hijo arrodillado… es el núcleo de todo lo que aparece en el cuadro. Ellas son la expresión más elocuente de la mirada acogedora del corazón. La mano izquierda fuerte y musculosa es la que sostiene al hijo y tiene rasgos masculinos. La mano derecha, por el contrario, es suave y fina: acaricia con ternura; tiene rasgos femeninos. Las dos manos nos vienen a decir que Dios es Padre y Madre. Toca al hijo con su paternidad y maternidad».

EVANGELIO
Lucas 15,1-3. 11-32

REFLEXIÓN

1.– El comienzo. Lc. 15,1-3. Los publicanos y pecadores, es decir, la gente de mal vivir, estaban felices escuchando a Jesús. En cambio, los fariseos y los escribas (los que el pueblo tenía como santos) murmuraban porque Jesús comía con pecadores. A estas tres parábolas, la del Pastor, la de la Mujer que busca la moneda perdida y la del Padre Bueno, se les llama parábolas de revelación. Con ellas Jesús quiere revelar el verdadero rostro de Dios. A esos que explicaban las Escrituras y tenían siempre en los labios el nombre de Yavé, les va a decir que no tienen idea de lo que es Dios. Sólo el Hijo, el que ha vivido siempre con el Padre, nos lo puede revelar (Jn.1,18). Y lo hace con estas parábolas maravillosas. Un gran especialista en parábolas, el Dr. Jeremías, nos dice que siempre en las parábolas hay que ir al núcleo esencial. ¿Y cuál es el núcleo esencial de estas parábolas? Responde: LA INSENSATEZ. Sólo un pastor insensato busca una oveja abandonando las 99 en el corral. Sólo un Padre que ha perdido el juicio trata de esa manera a ese hijo que es una auténtica calavera. Sólo una mujer de pocas luces, al encontrar una moneda de poco valor, invita a una fiesta a sus amigas. Conclusión: Dios ha perdido el juicio, se ha vuelto loco, pero “loco de amor al hombre. Y esa “locura de amor, por parte de Dios, va a ser el mensaje cuyo Hijo viene a revelarnos”.

2.– El centro fundamental de la Parábola: Los gestos exagerados. Un padre no entrega nunca la herencia al hijo en vida. La costumbre era entregarla después de la muerte. Un padre nunca corre a buscar al hijo. Según la costumbre, el padre está sentado en casa. Es el hijo el que debe venir a buscarlo. Y, cuando viene el hijo, el padre podía haber adoptado varias actitudes más razonables: A) Podía haberle dado lo que el hijo pedía: entrar en casa, pero como un obrero, no como hijo. B) O bien, podía haberle perdonado, pero dándole una amonestación: Te perdono y te doy una nueva oportunidad. Pero si vuelves a hacer lo mismo aquí no entras más. C) El padre podía haberle perdonado diciendo: Eres el mismo que antes. Sé que eres joven y se te han cruzado los cables. Olvida todo. Haz que esto sea un paréntesis, un episodio, pero vuelve a casa como si nada hubiera pasado. Eres el mismo de antes. Incluso te devuelvo “las sandalias” símbolo del poder de una persona. Y el “anillo” de sus riquezas. Te nombro de nuevo, heredero –con tu hermano– de los bienes. Aquel muchacho se hubiera sentido el más feliz del mundo. Sin embargo, el padre hace lo inaudito: corre, besa al hijo, le abraza, no le deja pedir excusas, le calza, le viste… y manda matar el ternero gordo. Todos estos excesos, estas exageraciones, este interés por salirse de lo normal, de la manera que uno ni siquiera hubiera imaginado…, nos quiere decir que así de loco, así de exagerado, así de escandaloso es el amor del Padre-Dios.

3.– El final. ¿Cómo acabaría esta historia? El evangelio no dice nada, pero tenemos derecho a imaginarla. A mí ni se me ocurre pensar que este hijo, después de haber conocido al Padre, tuviera ya ganas de irse de casa. En casa ha encontrado lo que le negó su aventura por las calles. En realidad, vivió en casa “sin conocer al Padre”. Incluso me imagino que el hijo mayor, al ver el derroche de ternura de su Padre, acabaría aceptando la invitación de éste a entrar en la fiesta. Desde ahora ya no viviría en casa como “obrero” sirviendo a su Señor. Experimentaría el gozo de vivir “como hijo” aceptando también a su hermano. Si al terminar la parábola uno saca la conclusión de que el Padre Dios es bueno, no ha entendido nada. Este Padre Dios es exageradamente bueno, escandalosamente bueno. Todo puede cambiar con el “milagro del corazón”.

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy convencido existencialmente de todo lo que Dios me ama? ¿He tenido en mi vida alguna experiencia religiosa en este sentido?

2.- Después de conocer este amor apabullante de Dios ¿puedo seguir amando a mis hermanos con un amor ruin, mezquino, interesado?

3.- Con un Padre tan maravilloso, ¿puedo vivir con tristeza?

Este evangelio, en verso, suena así:

Al oír esta parábola,
el corazón nos da un vuelco.
Jesús retrata fielmente
al “Padre” que está en el cielo.

Dios es todo corazón
y, cuando nos ve a lo lejos,
como aquel padre amoroso,
sale siempre a nuestro encuentro.

No quiere ajuste de cuentas.
No defiende sus derechos.
Al pedir perdón, nos tapa
nuestra boca con sus besos.

Nos regala las sandalias,
anillo y vestido nuevo.
Perdona, olvida, acaricia
con sus manos nuestro cuello.

Se alegra al mirar con vida
al hijo que estaba muerto.
Por eso, celebra fiesta:
“El Hijo perdido ha vuelto”.

¡Qué suerte tener un Dios,
misericordioso y bueno,
que deja su casa abierta,
soñando nuestro regreso

Señor, juntos como hermanos,
Hemos venido a tu Templo.
Mil gracias por invitarnos
al Banquete del Cordero.

DP. Julio César Cabrera Ocaña

Anda, tu hijo vive

San Renovato de Mérida, Obispo

Señor Jesús, gracias por el don de la vida, gracias por tu amor y tu misericordia. Permíteme corresponder a tu donación total con una entrega de mí mismo. Enséñame a amarte cada día más y haz que te ame con un amor real, concreto, hecho obras. Dame tu gracia para poder mostrarte cada día, un amor en estas condiciones.

Te pido, Señor, que dirijas mi corazón, para que mis oraciones siempre estén revestidas de sencillez, sinceridad y humildad que provienen de Ti.


Señor, ayúdame a confiar en Ti sin límites.

Virgen María, me entrego a ti y me consagro a tu corazón, para que infundas en mí, el deseo de dar a conocer al mundo entero, el mensaje salvífico de tu adorado Hijo.

Señor, ¿Qué quieres hoy de mí?

 

DP. Héctor Hernando Ospina Díaz

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