

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y este le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis»."
Foto generada por I.A.
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Únete en oración por el Santo Padre
Oración por el Papa Francisco
Señor de la vida y Pastor eterno,
te encomendamos con amor al Papa Francisco,
a quien has confiado la misión de guiar a tu Iglesia
como sucesor de Pedro y servidor de tu pueblo.
Sostén su vida con tu gracia,
renueva sus fuerzas cada día,
ilumina su mente con sabiduría
y fortalece su corazón con tu paz.
Protégelo de toda injusticia y maldad,
y rodéalo con tu misericordia como escudo.
Dale valor para proclamar tu Verdad
y ternura para abrazar a los más pequeños.
Que en medio de las pruebas encuentre consuelo,
que el testimonio fiel de tus hijos le anime,
y que nunca le falte el gozo de saberse amado por Ti.
Haz que su palabra toque los corazones
y su ejemplo nos acerque más a tu Reino.
Concédenos vivir en comunión con él,
unidos por el vínculo de la fe, la esperanza y el amor.
Ayúdanos a acoger sus enseñanzas
y a ser sembradores del Evangelio en todo lugar.
Que María, Madre de la Iglesia y Reina de la Paz,
lo acompañe con ternura de madre
y sea para él signo vivo de tu Amor.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Alimenta tu espíritu con la oración
Reflexión del día
