Querida Comunidad Diocesana
Tomando pie de las palabras del Concilio Vaticano II “Entre luces y sombras”, hemos logrado superar una etapa más dentro del gran proyecto pastoral de nuestra Diócesis de Engativá. Nuestro Plan Pastoral Samaritano tenía para finales del año 2014, la visión de presentar una Diócesis organizada y estructurada en sus tres campos de pastoral con una perspectiva misionera y eclesial que promoviera las futuras pequeñas comunidades. Gracias a Dios y al esfuerzo de la comunidad diocesana, lo hemos logrado.
En el momento actual, animados por la fuerza del Espíritu Santo y estimulados por el permanente mandato del Señor: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio” (Mc.16,15), estamos preparados para dar un paso más dentro de este gran proyecto pastoral que busca establecer en nuestra Diócesis la Ciudad de la Misericordia. Somos conscientes de que no basta solamente un esfuerzo académico para estructurar nuestro Plan Pastoral Samaritano, es indispensable fortalecer las estrategias que nos han de llevar a convertir en realidad nuestra propuesta. ¡Obras son amores y no buenas razones!
Estimulados por la Vicaría de Pastoral y fortalecidos por las exigencias de nuestros laicos, empezamos a buscar una estrategia que, encarnada en las raíces evangelizadas de la comunidad diocesana, nos llevara a convertir nuestras comunidades misericordiosas en la herramienta para sembrar, cultivar y hacer geminar las semillas de misericordia que por años han esparcido los evangelizadores que nos han precedido.
Así también la Vicaría de Pastoral, con el beneplácito de la comunidad diocesana, puso en marcha, el proyecto de construir una Escuela Diocesana del Discipulado Samaritano que atendiera las necesidades de formación que en desarrollo de la actividad pastoral fueran apareciendo. Dentro de este espíritu, aprovechando la experiencia que nos ha dejado integrar la tecnología en la acción Pastoral, nuestra Escuela Diocesana orientó programas de formación de los futuros animadores de las Pequeñas comunidades en las metodologías de la comunicación y en los valores antropológicos, bíblico – teológicos y pastorales de nuestro proyecto.
Motivados por estas experiencias, nuestros curas párrocos emprendieron la aventura de construir la Pequeñas Comunidades Samaritanas y Misioneras a nivel parroquial. Hoy, cuando tengo la complacencia de entregar a la comunidad diocesana el proyecto de la etapa que se llevará a cabo durante el periodo 2015-2017, espero que para el final de este período, todas las parroquias tengan establecidas las Comunidades Samaritanas y Misioneras.
Queridos sacerdotes y amable comunidad diocesana: escuchemos la invitación del Señor: “rememos mar adentro y echemos la red” (Lc. 5,4).
Nuestra Señora la Virgen María, Reina de la Evangelización iluminará con su luz maternal el esfuerzo de todos nosotros y nos llevará a un puerto seguro.
Dios guarde a ustedes,
†HÉCTOR GUTIÉRREZ PABÓN
OBISPO DE ENGATIVÁ